martes, 3 de enero de 2017

Etapa 1 Popayán - Pilimbala

Escrito por: Juan Pablo Linares

#BiciEnLaCima
instagram: @bicienlacima


02/01/17

Mi viaje inició junto a mi hermano desde Bogotá hasta Cali, donde la familia de Andrea muy amablemente se ofreció llevarnos hasta Popayán, ahí debíamos recoger las bicis y pasar la primera noche.

Al llegar a la tienda Specialized vi a todos mi compañeros recogiendo sus bicis y probándolas. Yo había comprado una Rockhopper Sport la cual debían de haberla enviado en caja, totalmente nueva, y, para mi sorpresa, nunca llegó.

Con humildad y con muy buena actitud Specialized aceptó su error y  logramos llegar a un acuerdo: en el que yo conseguí no una buena bici sino una SUPER NAVE. Mis más sinceros agradecimientos a Specialized por su colaboración y apoyo  permitiéndome continuar mi travesía.

Fuimos al hostal, cenamos y formalizamos las normas de convivencia para hacer el viaje lo mejor posible.

03/01/17

Las alarmas sonaron faltando un cuarto para las cinco: nos alistamos, bajamos a desayunar y montar las cosas a la Trailblazer. Nos tomamos una foto grupal, hicimos unas oraciones para ir de la mano de Dios y ¡arrancamos!

El clima era perfecto, el cielo estaba despejado y la carretera en muy buenas condiciones. Todo iba bien hasta que el yogurt del desayuno me empezó a cobrar factura. Las piernas me temblaban, la visión de me nublaba, mis dientes rechinaban y el estomago rugía. ¡NECESITABA IR AL BAÑO!



Varios kilómetros más adelante encontramos una tiendita donde puede parar. En la cual mis compañeros aprovecharon y compraron unos deliciosos quesos que junto a los bocadillos nos caían de maravilla.

Después de unas horas montando paramos en una Y, a descasar y comer unos dulces de almendra y panela, (parecían chicharrones) que había hecho la mamá de Alejo Salamanca. De ahí en adelante hasta llegar a Pilimbalá el camino sería destapado.




Fueron los supuestos 12 kilómetros más duros que he subido, con caídas como la de Rosas y la casi mía, pero los paisajes eran inigualables. Un gigante y extenso mar verde de montañas se desprendía desde la carretera y se perdían en el horizonte, donde se encontraba con un un hermoso cielo azul. Que hacían de mi cansancio algo insignificante.


Finalmente llegamos reserva indígena del Puracé, el cansancio era evidente en todos, bueno… casi todos, nos sentamos a estirar, después a almorzar y finalmente, a  descansar. El frío acá es impresionante, pero los HADs de 14ochomiles son perfectos para calentar los cuellos, además de cómodos.



Han sido dos días muy emocionantes, al menos para mí, y muy agradecidos con Chevrolet por prestarnos esa Trailbrazer que es toda una nave, justo como mi bici. Espero que los días que falten sean ¡igual o mejores! Excepto conmigo enfermándome claro.







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