miércoles, 30 de enero de 2019

Etapa 3. Gachetá - Gachalá - Ubalá

Por: Juan Pablo Mutis O.
5 de enero de 2019
@bicienlacima

La madrugada no fue fácil, la jornada del día anterior había sido intensa, no solo por 87 kms, 2.200 metros de desnivel positivo y las 7 horas y 30 minutos en movimiento que habíamos hecho desde Choachí hasta Gachetá pasando por Guasca, sino porque ya se empezaba a sentir el cansancio en las piernas, espalda y cola de 2 días de expedición. Al menos, para alivio de todos y particularmente de Guti, nuestra conductora estrella, Juan Diego “La Tortuga” Atehortúa se había unido al grupo el día anterior como copiloto en la Chevrolet Colorado que nos acompañó durante toda la expedición; excelente desempeño en todos los terrenos!

Partimos temprano de Gachetá
Tipo 6 am ya estábamos medianamente listos, empacando maletas en la camioneta y tomando el desayuno #1 del día para arrancar rumbo a Ubalá, pero obvio no por el trayecto corto y pavimentado, sino dándole toda la vuelta al Embalse del Guavio, pasando por Gachalá donde se planeó el desayuno #2 del día. Arrancamos con una pequeña bajada para luego un duro ascenso de 500 metros acumulados que, para sorpresa de todos, fue un buen pedazo pavimentado, lo que ayudó bastante para tener un ritmo decente. Luego, un corto descenso hasta Gama para una última subida y encontrar la primera vista del bellísimo Embalse del Guavio, desconocido para mí hasta ese momento; no dudamos en parar para registrar ese momento.

La primera de muchas vistas al cañón que encierra el embalse
De ahí y hasta Gachalá, mucho polvo, casi todo en bajada, muchas paradas fotográficas, rematando en el puente sobre el embalse que conectaba con el primer túnel por el que pasaríamos en la expedición; túnel en subida por supuesto.  El puente extenso, sobre el embalse de aguas azul-verdosas, alto aunque se alcanzaban a ver peces en la superficie del agua y que se estrellaba del otro lado con un túnel en subida, frío y curvo, con zonas sin iluminación y con varias caídas de agua filtrada por la montaña. Luego un par de columpios y Gachalá; el desayuno que nos merecíamos más o menos al kilometro 30 de 70 que recorreríamos este día.

El primer puente que cruzamos sobre la represa, antes de Gachalá
Continuamos nuestro camino alrededor del embalse con columpios extensos y empinados que en repetidas ocasiones ofrecían una nueva visual del espectacular espejo de agua entre imponentes montañas ahora iluminadas por un penetrante sol que en conjunto con las subidas, unas pavimentadas y otras no, empezaron a mermar el ritmo del inicio de la etapa y cansarnos más y más. Luego, un nuevo túnel, esta vez en bajada y también frío, curvo y con sectores sin iluminación, y estábamos sobre la represa escoltada por militares con una vista única de este majestuoso rincón colombiano; par fotos y nuevamente túnel con las mismas características, pero en subida, y al salir, nos esperaba un caluroso ascenso hasta Ubalá, el destino de la jornada.

Paso sobre el muro de la represa
Llegamos inicialmente a la plaza principal del pueblo, algunos escogieron las 3 últimas cuadras increíblemente inclinadas, y otros como yo, uno más suave, dándole la vuelta al pueblo. De ahí nos regresamos un poco hasta el hotel, que contrastando con el resto del lugar, estaba en muy buenas condiciones, muy bien atendido y con habitaciones amplias de buen baño; hasta terminamos lavando las bicis y almorzando y cenando cerca; lástima la rumba generalizada que había en el pueblo, casi no nos deja dormir.

Con Muc-Off fue muy fácil limpiar las bicis


Debo confesar que si bien fue una etapa dura, con casi 70 kilómetros, más de 2.000 metros de desnivel positivo y algo cercano a 5 horas y media en movimiento, con sol intenso en más de la mitad del trayecto, la belleza del embalse, el clima dentro de los túneles y la sorpresa del pavimento que no teníamos en los planes, hacen de esta etapa una que repetiría. Esperemos qué pasa mañana, porque una vez pasemos de nuevo por Gachetá, se viene la subida más dura de toda la expedición, dicen algunos que de 30 kilómetros con más de 1.000 metros de desnivel positivo.

Etapa 2. Choachí - Gachetá

Por: Juan Manuel Hernández
Enero 04 de 2019
@bicienlacima

Hoy empezamos con mucha energía esta etapa, desde que salimos de la finca los metros de ascenso no se hicieron esperar, era un abre bocas de todo lo que venía, rocas grandes, frío mezclando con lluvia, descensos a gran velocidad que por el tipo de terreno te hacían doler las muñecas y manos, sin embargo la actitud siempre estaba presente en todo el equipo.

Saliendo de Choachí nos esperaba un largo ascenso hasta Guasca

Transcurría el kilómetro 16, agotados ante la dificultad y longitud de la subida muchos dábamos por realizado que era la mitad de la etapa, por ende parada rápida a recargar hidratante y comida que nos brindara energía para lo que aún faltaba de la etapa (ya se pueden llegar a imaginar la dificultad de esta). Luego de recorrer otro tramo más de 16 km aproximadamente, hacemos la primer parada a desayunar en Guasca, el cuerpo ya empezaba a reclamar a causa del cansancio y el dolor. Recargamos energía y venía la gran parte, esa parte en la que el paisaje decide recompensarte, en donde la paz se apodera de tí, te hace olvidar cualquier tipo de problema, en donde te das cuenta lo perfecta que puede ser la naturaleza, montañas perfectamente moldeadas, árboles ubicados con precisión y lo pequeños que somos realmente.

Coronamos la subida al Páramo de Monquentiva desde Guasca
Este tipo de cosas que te hacen alejar de todo lo material, recapacitas y entiendes lo que realmente es importante. Para ser más claro, el páramo nos brindaba una gran postal desde un mirador rodeado por frailejones en donde veíamos claramente el recorrido restante, el cual se volvía un poco insignificante.

La vista del Pantano de Martus es increíble
Finalmente, después de tanto sufrir, venía un gran descenso para llegar a Gachetá, ojo, un descenso en destapado de 25 km no es lo que se imaginan pero lo logramos. Etapa sufrida. Personalmente la más fuerte que he realizado en mi vida, el dolor, enfermedad (gripa) y dificultad me llevaron a un nivel nunca antes experimentado, pero todo lo vivido me hacía seguir, no detenerme y olvidarme de todo.

miércoles, 9 de enero de 2019

La Bici en la Cima desde otra perspectiva

Por: Samuel Nossa

El miércoles a las 9 de la noche terminé un entrenamiento nocturno y encontré un mensaje de mis amigos de @BiciEnLaCima que avisaban de su salida para el jueves en la madrugada. Yo estoy entrenando para recuperar la forma. Este año me dediqué a tareas académicas y del trabajo y descuidé mucho la bici, y claro, es toda una odisea retomar el deporte siguiendo el paso de mis amigos que no pararon de entrenar.

El mensaje nos invitaba a despedirlos el jueves con “un empujón” en la subida al Verjón. Los jueves en la mañana esta subida se convirtió en una institución del ciclismo bogotano. Pero los grupos con los que salgo a rodar suben a tope para completarla en una hora desde el CAI de Rosales. Y claro, subir a tope en la mañana siguiente a un entrenamiento es duuuuuro. Sólo hay una forma: comer bien, dormir bien y hacer de tripas corazón. Me preparé unas pastas con trucha, un par de botellas de agua y a la cama directo.

Salí a las 6 am, los alcancé en la quebrada La Vieja, y nos fuimos echando chisme con Vergara hasta la Distrital del Vivero. Ahí me enteré de los números del recorrido, 5 días, 400 km y no se cuántos miles de metros acumulados hasta volver a Bogotá. Así que en vez de poner un paso duro había que ahorrar energías.

Me puse al frente para jalar (un trabajo natural para un acompañante) y empezamos a subir con un paso constante. No más al iniciar, un par se descolgaron para ir a su ritmo, y luego, un poquito más adelante, cada uno encontró su punto justo. Así que seguimos subiendo y echando chisme con Martín, que normalmente en estas subidas me lleva colgando la lengua y a un paso inmanejable. Ya en la recta final para llegar al km 11 le dije que me iba a lanzar y esprintamos. Es la primera vez que lo dejo tirado en un sprint, y creo que se debe a que yo tenía un plato de 52 mientras él uno de 34. Esas pequeñas revanchas que permite este deporte.

Acompañé al equipo hasta el km 11 del Páramo del Verjón
En el 11 esperamos para reagrupar con una aguapanelita caliente, las selfies reglamentarias, los mejores deseos y una larga despedida. Una vez reagrupados, continuaron su trayecto del primer día hasta Choachí mientras yo bajaba del páramo a 4°C con llovizna. El calor de la camaredería de @BicienlaCima me ayudó a compensar el frío.

jueves, 3 de enero de 2019

Etapa 1. Bogotá - Alto El Palo (Choachí)

Por: Felipe Caicedo
@bicienlacima

Ansiedad. Nervios. Expectativa. Son algunos de los muchos sentimientos que pasaban por la cabeza antes de comenzar a pedalear. “¿Por qué me siento así?, he entrenado todo el año, 2018 fue quizás mi mejor año sobre la bicicleta”. Era una de las tantas cosas que pasaban por mi mente. No lograba explicarlo. 

Era quizás el hecho de llevar 3 semanas sin dar un pedalazo. Quizás fue alimentado por nuestras propias familias que, aunque orgullosas, no podían disimular los nervios que le producía saber que su ser querido iba a pasar 5 días expuestos al sol, la lluvia, a los riesgos propios de la carretera, por periodos de más de 5 horas. O simplemente, quizás, es una reacción natural de nuestro cerebro cada vez que se enfrenta a un evento desconocido. ¿Será que nuestro cerebro se vuelve adicto a esa sensación y por eso el ciclismo y las expediciones es algo que no podemos dejar de hacer? No lo sé. Pero la sensación era real.

Sensación que se fue en el momento en que dimos el primer pedalazo cuando cada uno salió de su casa sobre las 5 de la mañana.

6 en punto de la mañana todos reunidos con nuestras familias listos para salir. Esa sensación que describo la cambiamos rápidamente por el frío intenso (si, toda la semana soleada  y hoy fue el día más nublado y frío del 2019). Con grata sorpresa dos motos de la policía nos escoltan y nos llevan seguros hasta el Páramo del Verjón.

Todos listos para iniciar la travesía junto a Chevrolet
El acompañamiento de la Policía hasta el Páramo


La mente juega contigo, y juega mucho. Entre la subida interminable, el frío intenso y la todavía cercanía de la casa, la mente se inunda de pensamientos de abandonar y preguntas de “¿POR QUÉ RAYOS me metí en esto?”. Paciencia mi gente. Aunque suene obvio, de las expediciones aprendí que no son carreras. Es una forma diferente de pedalear, se trata de ir más despacio, de disfrutar cada metro, el entorno, los animales, la gente que te saluda por el camino. Los 16 kilómetros de la subida hasta el Páramo del Verjón fueron eso, un tire y afloje mental en el cual las vistas del camino le ganaron con creces a todos los diablitos que me hablaban en la cabeza y me decían que aún podía dar media vuelta y disfrutar los últimos días de vacaciones en la comodidad de mi casa.

Parada obligada para despinchar

Bajamos hasta antes de Choachí, desvío por trocha y mucha subida hasta una bajada técnica hasta Choachí. Tan técnica que terminé pinchado después de un salto. Parada para desayunar en el pueblo y de ahí los últimos kilómetros con M U C H A subida hasta el lugar donde pasaremos la noche.

El paisaje en la bajada a Choachí


Hoy, aquí desde la Finca Vega del Oso, después de haber superado todas las trabas mentales para iniciar este viaje, solo quedan pensamientos positivos. Pensamientos de satisfacción por haber completado una etapa tan dura. De agradecimiento por la calidad de gente con la que emprendimos este viaje y los patrocinadores que nos han facilitado todo el proceso. De gratitud por el día que tuvimos, que a pesar del frío, transcurrió sin lluvias, nublado para que el sol no nos quemara. De alegría por haber llegado a la finca y poder dormir bajo un techo, calientes y poder tomar un súper almuerzo después de pedalear. 

Pero sobre todo, nos queda una reflexión: tracen una meta y vayan por ella contra viento y marea. Hace 5 meses tuvimos la primera reunión, hubo gente que se salió, cambiamos la ruta original, hubo cambio en la logística, pero hoy podemos decir : esto comenzó y vamos con todo a conocer y enamorarnos de Cundinamarca en estos 4 días de expedición que quedan, vamos a aprender de nosotros mismos, vamos a cumplir un sueño y vamos a vivir la vida al 100%.

martes, 1 de enero de 2019

Una nueva edición de la Bici en la Cima

Por: Martín Guzmán Herrera
@bicienlacima

La bicicleta ha sido una de mis pasiones desde hace un buen tiempo y podría estar montando en una todo el día si hubiese piernas suficientes para hacerlo. A pesar de esa pasión no son muchas las travesías que he hecho y es por eso que tengo muchas expectativas de esta versión de Bici en la Cima. Primero está la emoción que produce recorrer lugares desconocidos en bicicleta. Es tal vez la forma más genuina de sentir libertad pues somos nuestro propio motor y nada distinto al curso del camino determina el rumbo que tomamos.

En segundo lugar, la incertidumbre frente a la dificultad del camino que decidimos recorrer. Tenemos todos muy presente que va a ser duro, pero hay variables que no se pueden prever al trazar la ruta en el computador. Calor, lluvia, frío, una mala noche, hambre, características del suelo, todos elementos que pueden hacer más retador el viaje y que también lo hacen más llamativo.

Nos esperan lugares increíbles
En tercer lugar, un factor que siempre puede ayudar a superar cualquier obstáculo: el compañerismo que se produce entre quienes vamos a participar. En esta ocasión el grupo está conformado por 6 ciclistas y dos acompañantes, Guti y Juan Diego, que desde el carro nos cuidarán y nos darán ánimo para terminar cada etapa. Algunos se conocen de hace tiempo y saben cómo se comportan en situaciones extremas. Yo soy el nuevo del grupo, conozco poco a quienes participarán y con ninguno he tenido la oportunidad de compartir algo más que algunos entrenamientos. Aun así, estoy convencido de que los cinco días que estaremos juntos van a ser suficientes para que surjan lazos de amistad, tal vez lo más importante para superar el reto. Puede que hayamos entrenado suficiente, pero la fortaleza que nos puede dar una buena compañía no se consigue de otra forma.

Parte del equipo de la sexta edición de Bici en la Cima
Para esta edición decidimos recorrer el patio de atrás de la casa. Saldremos de Bogotá con rumbo a Choachí. Bordearemos el páramo de Chingaza para llegar a Guasca, ascender al páramo de Monguetiva y luego descolgarnos hacia Gachetá. Sigue el camino bordeando la represa del Guavio hasta llegar a Ubalá. Luego saldremos con rumbo a Machetá, el último destino antes de volver a Bogotá por el alto de patios. La descripción es corta y no refleja la dureza de la ruta. Todos conocemos la salida y la entrada a Bogotá, pero prácticamente todo lo que hay montaña adentro, entre Choachí y Machetá, es incierto. En total serán cerca de 400 kilómetros con aproximadamente 10.000 metros de desnivel positivo, números que producen algo de miedo.

Ojalá el entrenamiento haya sido suficiente 😬
La logística, por lo menos para lo previsto por todo el equipo, está casi lista. Para nosotros llevamos principalmente comida, mucha comida, que es fundamental para completar cada etapa. Para este viaje escogimos barras de cereales y sándwiches con mantequilla de maní y mermelada, ambos fáciles de preparar y con suficientes calorías para tener energía.

Para esta travesía, los amigos de Tempo Cycling nos han ayudado con varias cosas para cuidar las bicis y a nosotros mismos, empezando por los productos Muc-Off, esenciales para mantener en buen estado la cadenilla, pacha platos y frenos de cada bicicleta. Tampoco puede faltar un poco de crema Chamois de Athlete Performance para echar en las badanas que usaremos a diario, clave para soportar el dolor al sentarse desde el segundo día. Y por último los hidratantes con electrolitos para prevenir los calambres y la deshidratación.

Finalmente, gracias a GM Colmotores tenemos a nuestra disposición una Chevrolet Colorado, que seguramente no tendrá problema para seguirnos el paso en las trochas y transportar todo el equipaje y la comida. También contaremos con un porta bicicletas Thule para usar en la compuerta del platón sin dañar las bicis ni la camioneta.

Con todo listo no queda sino esperar para la salida este jueves 3 de enero. Será una de esas mañanas frías de inicio de año, que luego se convierte en un calor intenso. Aprovecharemos la acostumbrada ruta segura al páramo del Verjón (todos los que nos quieran acompañar en la salida son bienvenidos), el primer puerto de un viaje que nos permitirá a todos recargarnos de energía para empezar el año de la mejor manera. En Facebook e Instagram estaremos publicando más información de la salida.