viernes, 8 de enero de 2016

Etapa 5. Yopal- Monterrey

Por Juan Diego Atehortua



Hoy volví a despertarme tarde, ya parece normal, no sentí la alarma del celular y Juanma y Andre tuvieron que despertarme. Otra vez tarde, pero con la excusa de haber tenido el día anterior de descanso en Yopal. 

¡Sí! Un día de descanso en medio de esta travesía... Un día en el cual fuimos a almorzar deliciosas hamburguesas, a cine y hasta nos tomamos un par de cervezas. Fue tanto el nivel de relajación que nadie quería arrancar a pedalear al día siguiente, pero la travesía debía continuar. 

Llegué tarde al desayuno: yogurt con cereal, banano y manzana verde; montamos las maletas a la Discovery, rezamos y salimos hacia Monterrey.

Comenzamos la etapa a las 5:30 am y sobre las 6:00 am comenzó uno de los amaneceres más lindos del viaje: nubes tenues que dejaban ver la circunferencia perfecta de un sol anaranjado. La etapa arrancó muy bien, tanto que a las 7:00 am ya habíamos recorrido casi 40 km y decidimos parar a desayunar. 

Nos atendió un niño con camiseta del Manchester United y me causó curiosidad su afición por el fútbol, pensé que por el rojo de su camiseta era hincha de Santa Fe, el equipo de mis amores, así que le pregunté de qué equipo era hincha y me dijo: ¡Pues de Nacional ome! Increíble... Después nos ofreció changua o caldo de costilla, acompañado de huevos al gusto, arepa, arroz y carne a la plancha.

Terminamos de desayunar y arrancamos a rodar, emocionados por estar logrando la etapa más rápida en la historia de la Bici en la Cima (oscilba entre 25 y 40 km/h). Pensando que toda la etapa sería plana, comenzamos a hacer carreras entre nosotros: Alex y Nicolás encabezando el grupo, Santi y Vergara siguiéndoles el ritmo, Mutis pasándonos como una flecha y Andre y yo disfrutando del paisaje detrás de todos ellos. Mientras tanto Guti y Juanma iban en la Land Rover disfrutando de buena música y aire acondicionado. ¡Qué envidia!


Hacia las 9:30 am paramos en una tienda sobre la carretera para hidratarnos y a alardear de nuestro ritmo, pero algo nos dejó preocupados: cuando le preguntamos a la señora de la tienda que cuánto faltaba en carro para llegar a Monterrey, nos dijo "Pues... con esa subida por ahí una hora". Efectivamente faltaban 27 km, de los cuales 16 eran en subida.

El sol empezó a picar más fuerte de lo normal y justo en ese momento comenzó la subida. Entre el sol y el asfalto caliente empezamos a perder energía y fuerza, y cuando quisimos hidratarnos, el gatorade y las bolsas de agua que nos habían dado parecían listas para preparar una aromática. A varios del grupo nos tocó parar en las sombras para refrescarnos y esperar la Discovery con agua un poco menos caliente. 

Faltando 10 km y pensando que teníamos que seguir pedaleando hacia arriba, encontramos la cima y pusimos la bici. ¡Vimos un hermoso valle, y en medio estaba Monterrey! El tan anhelado pueblo con el que soñamos llegar en tiempo récord, pero que nos demostró que no se puede poner la bici en la cima sin un toque de sufrimiento.


Finalmente llegamos al hotel y nos recibieron con pinchos de pollo y jugo de guayaba en leche. Descansamos un rato y más tarde fuimos al río Tuá, que por la sequía parecía más bien una serie de jacuzzis conectados. Allí disfrutamos de un hermoso atardecer.


Por ahora estamos a la expectativa de la siguiente etapa, pues creemos que la unica bajada que va a haber es la del camarote. ¡Mañana les contaremos cómo nos va!

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