viernes, 9 de enero de 2015

"Solo se llega rápido; pero en equipo se llega lejos"

Por María Romero

Sí algo hemos aprendido en esta travesía es que todo en equipo se logra con mejores resultados. Hoy fue precisamente el día en el que esta pequeña frase con tanto poder cobró aún más fuerza para nosotros. Hoy tuvimos que trabajar como equipo no sólo para llegar a la cima, sino porque en los Pedalazos de pocos se recargaba la llegada de todo el grupo a nuestra meta. Hoy lamentablemente, no pudimos subir todos en bicicleta hasta Brisas porque (como creó que ya saben) Juan Pablo Mutis tuvo que abandonarnos esta mañana para ir a Bogotá por razones laborales. Sin embargo, esa no fue la única mala noticia con la que nos despertamos. Muy tristemente Miguel se complicó durante la noche y la única solución fue bajarlo a Manizales a qué lo atendieran de urgencias. Por esta razón, llegaron Guty, Pablo y Maste muy preocupados por la salud del resto de los integrantes y preferían que subiéramos a Brisas en una Van y no en las bicis. Luego de una ardua discusión llegamos a la conclusión que era mejor que los que sin sentirse sobre esforzados quisieran subir en bici lo hicieran en nombre de todo el grupo y los que no, subieran en carro.

Vergara, Juan Diego, Juan Martín, Prado, Alexis, Luisa, Nicolás, Farfán, Juan Manuel Hernández y yo tomamos la decisión de subir en nombre de todo el grupo los próximos seis kilómetros hasta Brisas. Quiero contarles que estos fueron los seis kilómetros más retadores psicológicamente que he tenido en mi vida. No sólo teníamos el reto de subir sin sobrepasar nuestros límites físicos, sin tener total claridad de los mismos en razón de la altura, sino que muy dentro de nuestros corazones queríamos lograr subir en nombre de todo el equipo. No se trataba tanto de llegar, sino de lograrlo por el equipo. Es está la razón, por la cual mi cabeza solo me permitía dar un pedalazo detrás del otro y sólo me decía que logrará los próximos 100 metros y luego tomara la decisión de sí seguía o no. Con todo y un leve dolor en el pecho, nunca paré, sólo sentía el viento corriendo por mi cara, mis piernas respondiendo a lo que mi corazón les pedía y mi cabeza controlaba mi respiración y me pedía muy atentamente que sólo me concentrara en subir los próximos próximos 100 metros de pedaleada hasta llegar a la meta, la entrada de Brisas. Donde la emoción y la satisfacción de haber logrado nuestra meta, creó una conmoción tal entre nosotros que no pudimos aguantar nuestras lágrimas y el abrazo grupal característico de un equipo que más que amigos y compañeros de bici se convirtieron en familia.

Luego de haber llegado con un cielo extremadamente despejado y con el cordial saludo de bienvenida del Nevado del Ruiz, emprendimos nuestro viaje a los adentros del Kumandaí, con el fin de llegar al valle de las tumbas y poder poner nuestra bici en la cima. Lamentablemente el fuerte rugido del cráter Arenas no nos dejo llegar a la cumbre. Nuestro recorrido por la imponente montaña empezó en Brisas, lugar en el cual tomamos la decisión de desarmar entonces una bici y montarla en el baúl del carro, acompañada por Guty, Pablo, Maste, Wiesner y Alexis. Los demás nos fuimos en una Van acompañados de Beatriz, nuestra guía. Hicimos unas cuantas paradas. La primera parada fue el Aguaceral, donde aprendimos que los cóndores estaban extintos, que los recuperaron y que además de ser animales monógamos que sólo ponen huevos una vez cada dos años, más que aves voladoras son aves planeadoras porque vuelan en razón de las ráfagas de viento. La segunda parada, fue el refugio arenales, donde conocimos a Jaime quien estaba tan emocionado con nuestra expedición que sólo nos contaba de las veces cuando el parque se usaba por deportistas y como ahora hay que conservarlo, pero que nos promete avisarnos cuando se vuelva a abrir para paseos en bicicleta de montaña. Fue este el punto en el que un cóndor nos permitió ver su agilidad para planear sobre las ráfagas de viento más cálidas. La tercera parada fue el valle lunar, lugar que toma su nombre por su parecido con la superficie lunar.

Por último llegamos a nuestra cima, el valle de las tumbas, lugar más alto en el que se nos permitió llegar por razones de seguridad, donde pudimos bajar nuestra bici y cumplir nuestro sueño. Logramos subir una bici a la cima, a pesar de que no se veía como una posibilidad viable, dada la fuerte actividad del volcán en los últimos días, que pudimos apreciar con nuestros propios ojos desde la primera etapa de nuestro viaje.



1 comentario:

  1. Felicitaciones Mari a ti ya toda la familia que te acompaño. El conquistar una cima siempre es una experiencia única, enriquecedora y llena de emoción. Es una conquista física y psicológica. Como dices en ese andar de conquistar una cima el equipo se convierte en familia. Que sensación tan rica. Saludos de tu padrino Sandor.

    ResponderEliminar