martes, 6 de enero de 2015

Ascenso Líbano - Murillo: el poder de la mente positiva.

Por Juan Martín Gómez Sánchez

Después de un par de duras y exigentes jornadas previas, hemos despertado el 06 de Enero en Líbano (Tolima), día en que celebramos la llegada de los Reyes Magos, para comenzar el tan temido ascenso entre los pueblos tolimenses de Líbano a Murillo.  


Cabría resaltar que soy tolimense y no conocía el Líbano. Debo decir que es un próspero pueblo, mucho más organizado que otros, más limpio y en cierta medida más silenciosa, es decir, sus lugares de dispersión no compiten por atraer clientes por medio de poner la música muy alta. Además, un valioso dato es que varios de sus locales comerciales cuentan con ciclo-parqueaderos (con soporte para una sola llanta), lo que me permite inferir que es una población que a pesar de su tamaño, le da un lugar a la bicicleta. También, la calidad de las personas es admirable, por ejemplo, después de la oración que realizamos en la catedral del pueblo, un curioso motociclista nos preguntó por nuestro destino y una vez charlamos, él mismo nos guió hasta la salida del pueblo.

Entrando en materia, la jornada comenzó a las 06:30 a.m. para tomar un desayuno apropiado para la pedaleada del día. Realizamos la revisión mecánica de rigor y nos montamos en las bicicletas. Nos esperaban 24 kilómetros de distancia, de los cuales debíamos superar un desnivel de aproximadamente 1.385 metros verticales, saliendo de los 1576 msnm de Líbano para llegar hasta los 2980 msnm de Murillo, por lo que sabíamos que debía tener una pendiente muy empinada. Y así fue: una hermosa carretera llena de paisajes cambiantes, consecuencia del cambio de pisos térmicos, acompañada del delicioso aroma de los eucaliptos y cafetales y otra vegetación típica de la cordillera. Adicionalmente, disfrutamos de la permanente compañía del Volcán Nevado del Ruiz, siempre tan imponente con su paisaje rocoso y de nieve.

Desde mi punto de vista, no solo sentí la marcada pendiente como un enemigo, sino también la falta de oxígeno, que poco a poco me obligó a pensar que era un loco, o un “buscón” (como me llamaría mi abuela) por cambiar mis vacaciones relajadas junto a mi familia y amigos por esto. He llegado a concluir que el nivel físico que este tipo de actividades requiere es en realidad muy alto; no obstante, mi más valiosa anécdota es que creo que el deseo de cumplir metas, sentirse fuerte, sentir que nunca estoy solo, que soy parte de un equipo que me respalda (La Bici en La Cima) y que el pensar positivamente tiene un poder más grande que las ganas de continuar cómodamente en el muy famoso lugar denominado “zona de confort”.

Juanca entrando a Murillo. Al fondo: típica fachada de las casas.
Arquitectura colorida de Murillo. Al fondo: Catedral
Y lo logramos una vez más. Entramos a Murillo, una pequeñísima población de aproximadamente 5000 habitantes, situada a 2980 msnm en la Cordillera Central de los Andes. Su atractivo principal es la naturaleza. Es decir, sus paisajes son bellos, coloridos, la arquitectura es muy típica y de colores muy bonitos. También, desde casi cualquier parte del pueblo se puede apreciar el Nevado del Ruiz. Apenas pocas horas después de acomodarnos en el hotel, habíamos pedaleado las calles del pueblo, pues es muy pequeño, también visitamos la “Laguna El Escondite”, y probamos el endémico Brandy con leche (caliente) y azúcar de Murillo. 

Laguna El Escondite 
Termino aquí porque tenemos una cita para jugar el típico deporte colombiano que comúnmente llamamos “tejo”. Mañana continuará el ascenso hasta la zona de Brisas en el Parque Nacional Natural de los Nevados, bordearemos el nevado y cruzaremos el mítico Río Lagunilla.



Cada vez estamos más cerca de poner la Bici en la Cima. 



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