miércoles, 7 de enero de 2015

Etapa 4. Murillo - Arbolito

Por Luisa Mora


Me siento a escribir el relato de la etapa de hoy al frente de una estufa de carbón, con las siluetas de las montañas que acabamos de subir a la izquierda y la tranquilidad propia de la montaña. Nunca había estado a 4100 msnm y mucho menos había montado bicicleta en estas condiciones.

Hoy fue un reto. Fue un día en el que todos medimos nuestra resistencia, nuestra mente, nuestra felicidad, inspiración y motivación que se iba traduciendo en cada pedalazo. Pedalazos sobre pavimento, ríos, piedras sueltas, subidas y bajadas; Pedalazos acompañados de la naturaleza propia de cada lugar. Salimos de Murillo a casi 3000 msnm acompañados de bosque, árboles altos, pastos, ganado y algunas casas campesinas que bordeaban la carretera. Se asomaban niños y adultos con sonrisas y cara de admiración. De vez en cuando se oía un: "¡Hágale pa'rriba conforme va, todavía hay aire pa' respirar!" y nosotros, con un ritmo un poco más rápido que de a pie sonreíamos y sin perder la concentración nos despedíamos.

Esperaba con ansias la sorpresa que cada curva nos traería, algunas venían con más subida, otras con un "planito" o otras con huecos, hasta que sin esperármelo grité: "¡un frailejón!" Y de ahí en adelante no había más que frailejones, ríos y montañas.

Me impresionó ver el río Lagunilla, me podía imaginar como ese valle se llenó de barro en el 85 cubriendo un pueblo entero. Pensaba mucho en la gente que, desde donde nosotros íbamos subiendo, veían la avalancha con esa fuerza inmensa de la naturaleza sintiendo la impotencia humana y las consecuencias que esto traería.

Hoy fueron 8 horas en bicicleta. 8 horas en las que le pasa mucho al cuerpo, la mente y al grupo. Hay tiempo para sentir la tranquilidad, hay tiempo para compartir, pensar y contemplar. Personalmente, los momentos de soledad son un espacio para encontrar mi ritmo, para estar tranquila y para ser consciente de lo que pasa por mi mente. Hoy, en un bajada por destapada, con el Ruiz a la izquierda y cruzando ríos con hielo, tuve un sentimiento de plenitud: sentía como mi mente sabía el camino que tenía que recorrer. Mi cuerpo respondía a la perfección y la bicicleta lo traducía en movimiento.

Los momentos de grupo son espacios de apoyo, de compartir historias, sentimientos, sonrisas, impresiones del camino, motivaciones y sueños de vida. Estos espacios son los que me organizan y logran aterrizar lo sentido en los momentos de soledad.

Las condiciones de hoy nos hacen vivir el día a día de una manera diferente. Nos hacen sentir placer y felicidad con los detalles de la vida. Es impresionante oír, sentir y contestar desde el corazón un: "Luisa, ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes? Es impresionante lo que unas palabras de apoyo hacen en las piernas y en la respiración. Se me acelera el corazón acordándome de ver al final de una subida unos personajes vestidos de naranja y verde con los brazos abiertos listos para dar un abrazo y las felicitaciones por subir. La mejor sensación la produce, entre algunos ejemplos: ver el nevado, el río, el cielo, el valle del que venimos, las estrellas, y el agua panela al final del camino. Me fascina sentir la mayor comodidad y placer en una casa de ladrillo en mitad de la carretera hechados en sleepings y sabiendo que ahí pasaremos las próximas 3 noches.

Por ultimo, quiero agradecer desde el corazón tener a Maste, Dani y Guti en el carro detrás nuestros, pendientes de todos, conscientes de todas nuestras necesidades y con toda la intención de hacernos sentir acompañados, queridos y apoyados. Listas siempre a con una sonrisa, una canción y un poco de agua para todos.

1 comentario:

  1. Wow, pues no tenía idea del viaje. Alguna vez estuve presente en alguna de las conversaciones de "deberíamos hacer un viaje" pero ni sabía que ya hace un año se había hecho realidad.
    Con envidia de la buena los saludos, con la esperanza de poderlos acompañar en la próxima.

    Saludos a todos!

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