miércoles, 9 de enero de 2019

La Bici en la Cima desde otra perspectiva

Por: Samuel Nossa

El miércoles a las 9 de la noche terminé un entrenamiento nocturno y encontré un mensaje de mis amigos de @BiciEnLaCima que avisaban de su salida para el jueves en la madrugada. Yo estoy entrenando para recuperar la forma. Este año me dediqué a tareas académicas y del trabajo y descuidé mucho la bici, y claro, es toda una odisea retomar el deporte siguiendo el paso de mis amigos que no pararon de entrenar.

El mensaje nos invitaba a despedirlos el jueves con “un empujón” en la subida al Verjón. Los jueves en la mañana esta subida se convirtió en una institución del ciclismo bogotano. Pero los grupos con los que salgo a rodar suben a tope para completarla en una hora desde el CAI de Rosales. Y claro, subir a tope en la mañana siguiente a un entrenamiento es duuuuuro. Sólo hay una forma: comer bien, dormir bien y hacer de tripas corazón. Me preparé unas pastas con trucha, un par de botellas de agua y a la cama directo.

Salí a las 6 am, los alcancé en la quebrada La Vieja, y nos fuimos echando chisme con Vergara hasta la Distrital del Vivero. Ahí me enteré de los números del recorrido, 5 días, 400 km y no se cuántos miles de metros acumulados hasta volver a Bogotá. Así que en vez de poner un paso duro había que ahorrar energías.

Me puse al frente para jalar (un trabajo natural para un acompañante) y empezamos a subir con un paso constante. No más al iniciar, un par se descolgaron para ir a su ritmo, y luego, un poquito más adelante, cada uno encontró su punto justo. Así que seguimos subiendo y echando chisme con Martín, que normalmente en estas subidas me lleva colgando la lengua y a un paso inmanejable. Ya en la recta final para llegar al km 11 le dije que me iba a lanzar y esprintamos. Es la primera vez que lo dejo tirado en un sprint, y creo que se debe a que yo tenía un plato de 52 mientras él uno de 34. Esas pequeñas revanchas que permite este deporte.

Acompañé al equipo hasta el km 11 del Páramo del Verjón
En el 11 esperamos para reagrupar con una aguapanelita caliente, las selfies reglamentarias, los mejores deseos y una larga despedida. Una vez reagrupados, continuaron su trayecto del primer día hasta Choachí mientras yo bajaba del páramo a 4°C con llovizna. El calor de la camaredería de @BicienlaCima me ayudó a compensar el frío.

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