domingo, 3 de febrero de 2019

Etapa 4. Ubalá - Gachetá - Machetá

Por: Nicolás Casas R.
6 de enero de 2019
@bicienlacima

Domingo 5:15 AM. Suena la alarma. Snooze. 5:20 AM. Suena otra vez. No quiero levantarme; lo más difícil de estas travesías no es el sol, ni la lluvia, ni las montañas, ni las subidas, ni las bajadas, es levantarse en la madrugada. El cansancio acumulado de 3 largas jornadas bici se siente tan pronto pongo los pies en el suelo e intento ponerme en pie. Aunque hubo mucho ruido la noche anterior frente al hotel, dormí como una piedra.

Me alisto rápidamente para salir de la habitación y tomar el pre-desayuno, banano y granola con yogurt, para no arrancar sin nada en el estómago. Alistamos las maletas para meterlas en la camioneta. Llenamos las caramañolas y le ponemos aceite a las cadenas de las bicis que limpiamos el día anterior.

6:30. Otra vez vamos tarde, finalmente arrancamos a las 6:45 rumbo a Gachetá. Empezamos a subir, dejamos atrás Ubalá y comenzamos a ver de nuevo la represa del Guavio junto al imponente cañón que la encierra, tomamos las últimas fotos del embalse e iniciamos el descenso que termina en Gachetá.

Última gran vista de la represa
Encontramos un sitio para desayunar frente a un mercado de ganado, me impresiona Juan Manuel que pide un tamal gigante, unos huevos con arroz, dos jugos de naranja, café y pan. Tardamos cerca de una hora desayunando y seguimos nuestro camino hacia Manta a eso de las 9:30. 

Tan pronto salimos del pueblo empieza una de las subidas más largas de la travesía, unos 22 km con algo más de 1000 m de desnivel. No ha pasado media hora y nos detiene un camión atravesado en el camino al que intentan subir con mucha dificultad unas reses. "¡Eso vaca!" grita el vaquero cada vez que logra que uno de los animales le haga caso. Con la carretera despejada, continuamos el ascenso. Guti y Juan Diego nos esperan a la mitad de la subida con sánduches de mantequilla de maní y mermelada que ayudan a mantener la energía, recargamos caramañolas y seguimos.

¡Eso vaca!
Vamos llegando a los 2500 msnm y se ven al otro lado del valle las montañas que cruzamos hace dos días, el páramo de Monquentiva, mucho más alto de lo que llegaríamos hoy. Martín, Andrés, Felipe y Juan Manuel se adelantan un poco, yo voy atrás con Mutis. A falta de unos 4 km de coronar la subida, encontramos un toro atravesado en el camino, viene un campesino corriendo hacia nosotros y nos advierte que tengamos cuidado que el toro embiste. Paramos y observamos con asombro cómo el animal que fácilmente sobrepasa los 700 kg, salta una cerca como si nada y sigue corriendo por un potrero, mientras 4 vaqueros se preparan para ir por él.

Un sinfin de montañas
Continuamos subiendo y ya cerca de la cima, encontramos una cascada del Río Muchindote que desemboca abajo en la represa. A casi 2800 msnm, el único valiente que se mete al agua con ese frío es Juan Manuel. Finalmente culminamos el ascenso y empezamos la bajada hacia Manta, un camino con mucha piedra grande que castiga el cuerpo ya resentido. Duelen las manos, los pies, la cola, la espalda, las piernas, mejor dicho, todo. Un poco de envidia por Guti y Juan Diego que pasan como si nada en la Colorado. Martín se pincha y todos aprovechamos para descansar. Salen 5 perros ladrando de una finca y logramos sobornarlos con un par de panes. Terminamos de despinchar y seguimos bajando, la trocha suaviza un poco pero sigue siendo incómoda, finalmente llegamos al pavimento a pocos kilómetros de Manta, ¡qué alivio! Llegar al pavimento después de esa bajada es como encontrar limonada (o pola) fría cuando uno tiene sed, como meterse entre las cobijas cuando uno tiene frío, como pararse frente a un ventilador cuando hace calor, como comerse un pan con mantequilla a cualquier hora del día (sí, me gusta el pan), en fin, es tremendo descanso.

Parada en la cascada antes del doloroso descenso
Llegamos a Manta a las 2:10 PM y estaban en día de corrida de toros, milagrosamente Martín encuentra una bicicletería abierta para comprar un neumático de repuesto. Mientras tanto Vergara se come un Detodito con Pony Malta y Juan Diego le pide a Mutis que le deje montar en su bici los últimos kilómetros que quedan para llegar al destino del día, Machetá. A pesar de las ganas de montarse otra vez en la bici, Mutis accede.

Iniciamos el descenso hacia la carretera principal que conduce de Guateque a Machetá. Juan Diego se queda atrás, baja con cautela porque hace 5 meses no se subía a una bici, lo operaron de la rodilla en Septiembre y no había podido hacer nada de ejercicio. Llegamos todos juntos a la carretera principal y empezamos una subida tendida de 13 km hacia Machetá.

Faltando 3 km para llegar, aumenta la pendiente y cada uno sigue a su ritmo. Guti y Mutis en el carro se adelantan para conseguir un sitio donde almorzar. Finalmente vemos el pueblo y este nos recibe con dos cuadras finales entre el 15 y el 20% de inclinación que exprimen lo último que nos quedaba. Casi son las 4 PM y apenas empezamos a almorzar, luego a descansar al hotel. Por fortuna no se ensuciaron mucho las bicis hoy.

Este fue en día sobre todo de resistencia, 90 km y 6 horas sobre la bici, ya sumamos 8500 m de ascenso acumulado con los días anteriores. Mañana se viene la última etapa y aunque no es tan dura como las anteriores, igual es larga y los kilómetros recorridos en estos cuatro días pesan, pesan mucho.

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